Desde que tengo memoria, desde muy pequeña, los perfumes han sido una pasión para mí, y podría decir que desde hace algunos años se transformaron en casi una obsesión, en mi vida. La colección de fragancias que poseo no es simplemente una muestra de aromas; cada uno de esos frascos, por eso los conservo y quisiera tener una vitrina para exhibirlos en algún momento, representa un viaje emocional y sensorial. Empeñada en tener diferentes perfumes para cada estado de ánimo, he aprendido a asociar fragancias con momentos específicos, recuerdos, lugares que he visitado y, en general, mi estado de ánimo. Al principio, mi interés en los perfumes se inclinaba casi exclusivamente hacia las fragancias florales. Encontraba en las notas de jazmín, rosa y flores blancas un refugio perfecto, una especie de jardín portátil que podía llevar conmigo. A menudo, un toque de un perfume floral era suficiente para transportarme a un campo lleno de flores, alegrando y reconfortando mi vida incluso
Busco transmitir ese amor por los perfumes que tengo desde pequeña y que sé que comparto con muchísimas personas, mujeres y hombres que también se pierden en este laberinto de aromas mágicos o casi, que nos traen recuerdos de épocas vividas y deseos por vivir